YO OPINO
Es algo cotidiano, especialmente en las redes sociales, donde nos hemos convertido en "opinadores" aficionados (y hasta alguno que otro que lo hace de manera profesional) y llenamos “folios” enteros cada semana hasta el punto que podríamos escribir al menos un libro cada año, solo con lo que hemos manifestado en este medio.
De entrada es algo fantástico, nos
permite comparar nuestros puntos de vista con los de otras personas
que comparten nuestros gustos e intereses, relacionarnos socialmente
y encontrar a personas afines, incluso es posible que nos permita
evolucionar en nuestra forma de pensar respecto a un tema concreto
(esto no pasa tan a menudo). Los beneficios son muchos, variados y
enriquecedores.
Sin embargo el opinar no siempre esta
hecho de oro, no, a menudo es una pátina que recubre un metal
herrumbroso y desgastado. ¿Os parece que exagero? Yo creo que si nos
damos una vuelta por las redes sociales, buscando información sobre
algo que conozcamos de primera mano, nos encontraremos con una
interminable retahíla de ideas y comentarios más propios de la
especulación o la fantasía que de la realidad, algunas de las
cuales llegan a calar tan profundamente en la masa social que acaban
tomándose por verdaderas y recitadas una y otra vez como un mantra.
No estoy exento de ese tipo de taras y
de hecho, recuerdo varias anécdotas ocurridas en este mismo grupo,
en las que opinaba sobre algo, totalmente convencido de que lo que
decía era cierto, para descubrir un tiempo después que lo que
afirmaba era una tontería sin base ni sentido. ¿Me avergüenza? No,
creo que es parte de mi evolución como Wiccano y del conocimiento
relativo a este tema, aunque tampoco me siento digno después de
haber aseverado alguna que otra idea basándome en la opinión no
contrastada de otros.
Una de las aseveraciones que forman
parte intrínseca de la Brujería y la Wicca, diría también del
Paganismo pero quizás sea demasiado atrevido (aunque si se la
recuerdo a Cortelezzi, pero no tengo datos suficientes para hacerlo
mio), es que uno debe buscar siempre la perfección en aquello que
hace, debe superarse día tras día y poner su empeño y voluntad en
esas acciones (trabajo, relaciones, aficiones, ocio, etc), porque esa
es la mayor muestra de honestidad que uno puede demostrarse así
mismo y a los demás, de tal manera que no importa si algo salio bien
o mal, tu pusiste todo lo que tenías de tu parte para lograrlo y no
puede haber reproche cuando has empleado tus capacidades al máximo.
¿Que implica esto cuando lo
retrotraemos a la opinión? Mucho, tal vez demasiado.
Significa que no podemos aceptar las opiniones del “primero que pase” como válidas, tenemos que compararlas con otras, tanto que vayan en el mismo sentido como que lo hagan en el contrario o que exploren otras vías que ni siquiera contemplabas y tras conocer y entender todas esas ideas y opiniones, analizar el tema en tu interior y encontrar la respuesta que entiendes más adecuada, que a menudo acaba siendo una mezcla de las diferentes opiniones que has leído.
Significa que no podemos aceptar las opiniones del “primero que pase” como válidas, tenemos que compararlas con otras, tanto que vayan en el mismo sentido como que lo hagan en el contrario o que exploren otras vías que ni siquiera contemplabas y tras conocer y entender todas esas ideas y opiniones, analizar el tema en tu interior y encontrar la respuesta que entiendes más adecuada, que a menudo acaba siendo una mezcla de las diferentes opiniones que has leído.
Obviamente, en esta recopilación habrá
que tener en cuenta las fuentes que tomas, deben ser creíbles y a
ser posible, sustentadas con hechos y pruebas que tu mismo puedas
encontrar y comprobar, o volvemos al tema de la especulación y la
fantasía. Pero una vez tienes esas preciosas fuentes, has de
olvidarte completamente de quien vertió tal o cual comentario o idea
y centrarte exclusivamente en la información, en su sentido, su
significado, para encontrar esa respuesta que buscabas con total
honestidad. Si luego eso que crees y manifiestas está equivocado,
mala suerte, pero no hay vergüenza posible, simplemente el material
con el que contabas no abarcaba lo suficiente para conducirte a la
certeza.
Podemos añadir aquí esa conocida
frase “no te acostarás sin haber aprendido algo nuevo”, porque
eso es de lo que se trata, de no cerrarse a otras opiniones, de
aprender de nuestras experiencias, de nuestros errores, de los
errores de los demás, porque incluso cuando alguien está
equivocado, una parte de su discurso puede ser cierta o encender una
bombillita en nuestra cabeza con una nueva idea o descubrimiento que
hasta entonces había estado apagada.
Pero tampoco dejarse convencer sin revisar con detenimiento los argumentos esgrimidos, sea quien sea esa persona, porque “somos dueños de nuestro silencio, pero esclavos de nuestras palabras” y si lo que creemos y afirmamos es una soberana tontería, eso también nos hace pasar por tontos a los ojos de los demás, con la merma de credibilidad.
Pero tampoco dejarse convencer sin revisar con detenimiento los argumentos esgrimidos, sea quien sea esa persona, porque “somos dueños de nuestro silencio, pero esclavos de nuestras palabras” y si lo que creemos y afirmamos es una soberana tontería, eso también nos hace pasar por tontos a los ojos de los demás, con la merma de credibilidad.
Y aquí llegamos finalmente, a la
credibilidad, eso tan codiciado por muchos. Aquello que hace que
otras personas, cuando escuchan nuestros argumentos, los tomen en
consideración o los desechen por no valer ni el papel imaginario en
el que están impresos con tinta ilusoria. Pero... ¿quien necesita
de esa credibilidad? Obviamente quien va a sacar algún provecho de
ella, ya sea económico o social, porque a través de ella logrará
que compres lo que quiere o porque a través de ese reconocimiento
social, se consigue una posición que permite controlar, dominar a
otros. Si no estamos dentro de ninguno de esos dos grupos, que
nuestras palabras sean tomadas en cuenta o no es un problema que solo
atañe a quien nos escucha o lee, no a nosotros.
Cuando perteneces a alguno de esos
grupos, no solo te molestará que alguien mencione ideas diferentes a
las tuyas o señale alguna incongruencia en tu discurso, sino que
tratarás por todos los medios desprestigiar, ningunear, insultar a
la persona o redirigir la conversación hacia una zona segura,
sacando a colación otras ideas o temas, como buen prestidigitador,
para que mágicamente la gente se olvide del tema original y se
centre en otras cuestiones, pasando desapercibido aquello que pondría
en duda esa preciada credibilidad.
No es tan fácil reconocer a estos
ilusionistas de la palabra, ya que suelen tener un gran carisma y
facilidad para transmitir sus ideas y convencer a otros, quizás
personas cultivadas con excelso manejo de la palabra, pero hay
ciertos trucos que te permiten reconocerlos. El más importante de
todos sucede durante una discusión en la que se enfrentan ideas
opuestas, cuando uno de los contendientes se centra en su rival y no
en los argumentos que le ha disparado. Además, esta gente suele
tener un séquito extenso que repetirá las ideas memorizadas y se
sumará al ataque personal del oponente, hasta machacarlo sin piedad.
Desde la ética de la brujería, desde la moral Wiccana, esa gente
esta acometiendo un gran tabú, el uso de la mentira en un caso, el
de la dejadez en otro. A los segundos los puedo llegar a perdonar,
porque ellos también están siendo engañados y solo necesitan darse
cuenta, a los primeros difícilmente, porque tendrían que reconocer
públicamente lo hecho y pedir disculpas sinceras, algo que raramente
pasa.
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