CASTAÑAS
CASTAÑAS
La castaña posee gran aporte de nutrientes y nos da energía, como cualquier otro fruto seco, aunque por su valor nutricional, está más cercana a los cereales que a su grupo alimenticio.
Sus beneficios para nuestra salud son entre otros que nos aportan energía continuada, tienen efecto saciante, poseen fibra, antioxidantes, vitamina C y minerales como el manganeso.
Sus abundantes hidratos de carbono son en su mayor parte almidón. Esto hace que las castañas posean un índice glucémico medio bajo (entre 26 y 65, según las tablas que se consulten).; o lo que es lo mismo, aumentan el nivel de glucosa en sangre de forma lenta lo que resulta útil cuando se requiere un aporte de energía continuado, como suele ser habitual en niños y deportistas.
Las personas diabéticas pueden consumirlas moderadamente, pues además contienen un aminoácido, la arginina, que contribuye a que la insulina trabaje de manera más efectiva y mejora la circulación sanguínea.
Es cierto que las castañas tienen fama de producir gases, pero esto se solventa comiéndolas asadas. No debemos cogerlas o comprarlas muy frescas recién caídas del árbol, ya que en ese momento son más ricas en taninos y nos dolerá la barriga después. Es mejor dejarlas unos días, pues conforme pasa el tiempo su contenido va disminuyendo y el almidón se transforma en azúcares simples, más digestibles y menos "gaseosos".
Las castañas deben masticarse bien para que la saliva empiece la digestión en la boca, pero comerlas cocinadas en vez de crudas también ayuda y desde luego la forma de cocinarlas influye. Para que no nos resulten pesadas conviene asarlas, cocinarlas como parte de una rica receta, cocerlas con anís estrellado, semillas de hinojo, cúrcuma o jengibre fresco, y no beber con ellas demasiada agua.
La castaña se suele considerar originaria de Asia Menor y a los romanos como sus promotores por el Mediterráneo y Europa central. Quizá fuera porque entre los legionarios eran muy populares los bullotes, unas gachas preparadas con sus frutos.
En la Edad Media fue un alimento importante para los más humildes, que lo utilizaban incluso en forma de harina para hacer pan cuando no disponían de trigo.
Al llegar la patata, el maíz, las alubias y otras plantas de América, la castaña quedó relegada a cultivo complementario. Ahora se ha renovado el interés por este fruto y se extienden los cultivos de castaños, árboles bellísimos donde los haya.
Debido a que la demanda sobrepasa la oferta, afectada muchos años por las pobres cosechas, el precio de las castañas sube cada año, y a veces es difícil encontrarla "en condiciones" dependiendo del lugar donde residamos. Quizá por ello es cada vez más frecuente encontrarlas procedentes de Turquía y más recientemente de China, que es otra variedad de menos tamaño y con un sabor que recuerda a la madera.
En la península Ibérica las mayores concentraciones de castaños las tenemos en el Noroeste, en Extremadura, el Bierzo y Andalucía. Pero la principal zona de cultivo es Galicia, donde avalan su calidad, y doy fe de que están riquísimas.
De las reuniones nocturnas de los pueblos celtas en el bosque, que celebraban en otoño en torno al fuego viene el nombre de Magosto (magnus ustus, "el gran fuego") que se da a la cena tradicional a base de castañas. Se celebra entre el 1 y el 11 de noviembre en Galicia, Castilla León y en otras zonas donde la castaña es tradicional.
En Asturias lo llaman Amagüestu, Magosta en Cantabria y Magusto en Portugal, pero en todos esos lugares consiste en una reunión familiar en la que se comen castañas acompañadas de vino nuevo o de licores como el Moscatel o el Anís.
Los católicos, como en tantas otras ocasiones, recogieron la tradición y le dieron su propio barniz, creando la festividad de Todos los Santos. De ahí que en esa misma fecha se celebren, además de los magostos, la gaztainerre en el País Vasco, la castanyada en Cataluña y Aragón o el tostón en Andalucía. En Extremadura tienen un nombre propio para la fruta, calbocha, que da lugar a la calbochá o carbochá, y celebran igualmente otra costumbre, la chiquitía. La gente joven se va a recoger castañas al monte o va de casa en casa pidiendo su chiquitía y, una vez reunido su botín de dulces y frutos, se los comen reunidos al calor de la hoguera. (Y quien dice "chiquitía" dice "truco o trato" ...)
La castaña ha pasado de ser comida de gente humilde a las recetas de los grandes chefs. Hoy día las podemos encontrar frescas, cocidas al natural y peladas en lata, al vacío e incluso congeladas. Se elabora con ellas mermelada, puré, relleno de aves y, cómo no, los marrón glacé: castañas confitadas en almíbar y clara de huevo. También sobreviven, aunque cada vez son más raras de encontrar, las castañas secas, llamadas pilongas, mayucas o cascajos, que deben ponerse en remojo antes de utilizarlas. Eran la forma tradicional de conservarlas todo el invierno.
Deben estar sanas, con la piel tersa y sin manchas, firmes al tacto. Las muy duras suelen estar demasiado frescas, y las huecas y blandas, algo viejas. Conviene conservarlas en un lugar seco y ventilado. Yo las conservo envueltas en un paño de algodón y de vez en cuando las aireo. Si las compráis en el súper no las dejéis en la bolsa de plástico, porque suelen estar en cámaras y les saldrá moho que les dará mal sabor.
Nuestra forma típica de comerlas es asadas en las brasas, al horno, o en sartenes especiales con agujeritos, para lo cual le haremos un corte pequeño sin llegar al otro lado. Después las asaremos entre 20 a 40 minutos a 180 º dependiendo de lo secas que estén y lo grandes que sean. Deberemos moverlas a menudo para que no se quemen. Después las ponemos en un trapo de cocina para que mantengan el calorcito.
Quedan muy jugosas dejándolas en remojo un cuarto de hora antes. En este líquido puede ponerse sal, un poco de licor, vino dulce o seco o miel. También puede emplearse caldo o cualquier otro líquido.
Los japoneses tienen un curioso método que da muy buenos resultados: en una sartén grande agujereada (parecida a las nuestras), colocan pequeñas piedras o cantos rodados y los calientan. Meten entonces las castañas y las van removiendo. Consiguen así una cocción más rápida y uniforme. En ocasiones añaden condimentos como miel, sal o wasabi en polvo. Al final las tapan con un paño y las dejan reposar antes de servirlas.
USOS MÁGICOS:
La principal propiedad de las castañas es que absorben el dolor físico. Llevar castañas en los bolsillos como remedio contra los dolores tales como reuma, ciática y espalda es una tradición que ya hacía mi abuelo materno.
Elaborando un amuleto para quitar el dolor:
Compraremos o nos haremos con un trozo de tela en tonos otoñales como marrón, naranja o dorado para cosernos una bolsita. (Si no sois muy hábiles cosiendo, podéis comprarla ya hecha).
Justo ahora que estamos en pleno otoño, podéis haceros con un puñado de castañas (ya sean recogidas por vosotr@s mism@s, (cosa que es un privilegio y un gustazo) o comprarlas limpias para manipular.
Para hechizar las castañas:
Pondremos por ejemplo tres castañas en la palma de nuestra mano y la otra mano, sin tocarlas, sobre ellas. Visualizaremos la energía que desprenden las castañas, y que nos van a aportar sus beneficios sanadores y protectores.
Pondremos por ejemplo tres castañas en la palma de nuestra mano y la otra mano, sin tocarlas, sobre ellas. Visualizaremos la energía que desprenden las castañas, y que nos van a aportar sus beneficios sanadores y protectores.
Diremos algo como (podéis usar vuestras palabras, mejor):
"Estamos inmersos en esta estación otoñal,
recogemos entonces el fruto de la tierra
sostengo en mis manos estas castañas
¡Haced que el dolor desaparezca! Así sea"
recogemos entonces el fruto de la tierra
sostengo en mis manos estas castañas
¡Haced que el dolor desaparezca! Así sea"
Una vez cargado el amuleto, lo introducimos en el saquito y lo llevamos siempre con nosotr@s de tal manera que esté siempre en contacto con vuestro cuerpo.
De vez en cuando tocar la bolsita, no os olvidéis de ella en un bolsillo o en el interior de vuestro bolso.
Normalmente las castañas, cuando se emplean para este tipo de magia, suelen agrietarse. Si veis que se agrietan o se ponen feas, sustituidlas inmediatamente por otras nuevas. Es bueno también cambiar las castañas cada semana. Si no tenéis esa posibilidad, como alternativa podéis lavarlas con agua y volved a meterlas en el saquito.
Si tenemos a algún familiar enfermo en casa, pondremos un puñadito de castañas en un cuenco de cerámica, (en número impar) cerca de la cama del enfermo (mesilla de noche, una silla...) para que las castañas absorban el dolor que nuestro familiar sufre. Debemos cambiarlas si es posible cada cierto tiempo y sobretodo cuando veamos que se han agrietado.
También son excelentes para atraer la buena suerte, si las llevamos como amuleto en un bolsillo simplemente, ya que neutralizan las energías nocivas y atraen las favorables.
Ana Teine. Grimorio Herbal.
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