ALBOREA


Alborea, y los tenues rayos de Lorenzo
declaman un adagio absorbiendo vocablos.
Se marchan los rigores de la noche,
el pesado manto de la niebla se esfuma,
entibiando las frígidas venas de la vida.
La escarcha del mudo río se deshiela,
el tiempo fluye navegable sobre horas.
Abro los ojos y encuentro entre sueños,
un pétalo de la rosa azul sobre mi almohada.
Pequeño ósculo de luz sobre mi mejilla, 
raptando la soledad hasta el nuevo ocaso.
Y un viento cálido se posa en mi sonrisa,
instigando a mi ventura a trotar con júbilo.
El futuro se abre como un libro en blanco,
y la esperanza crece cual hojas silenciosas
sobre la robusta y sabia corteza de los años.
Merced del cáliz de oro, virtuoso y universal,
del cicerone relumbrante de todos los luceros.
…A ti me encomiendo padre sol...

Zeltía La Loba.


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